jueves, 7 de mayo de 2009

Medio siglo de la canción 'Al vent'


Se cumplen 50 años de la composición de una canción que fue un grito de libertad de la generación que luchó contra el franquismo | Raimon compuso 'Al vent' tras un viaje en moto "de paquete" con un amigo | Su estilo, pasión, brío, contrastaba con la tenue melodía de Els Setze Jutges

Nunca pensé en ser cantante". Ramon Pelegero Sanchis, Raimon (Xàtiva, 1940), lo afirma sin nostalgia, convencido de que todo "lo ocurrido", desde el momento en el que decidió cantar, desde el primer día en el que compuso su primera canción, "ha sido magnífico". En el caso de Raimon coincide que a su embrionaria, y también longeva vocación, se sumó un segundo hecho, clave y determinante: creó 'Al vent', su primera pieza. Uno de los primeros en oírla en una taberna fue el ensayista Joan Fuster. "Era una pura e inesperada espontaneidad", señalaba el autor de 'Nosaltres els valencians' en la biografía que escribió sobre el cantautor. En poco tiempo, 'Al vent' se convertiría en el mayor grito de esperanza, de libertad, de rebeldía, de lucha por la democracia de una generación que encontró en la sencilla pero directa letra de esta canción inspiración para oponerse a la dictadura.

Semana de homenaje

La Universitat Politècnica de València ha programado una serie de actividades culturales, que concluirán mañana con un concierto de Raimon en esta institución, para conmemorar los cincuenta años de la composición de 'Al vent'. En el salón de actos de esta universidad se ha instalado una amplia exposición documental sobre la vida y obra del artista: obras de arte - como la escultura que le dedicó Andreu Alfaro -, portadas de discos, documentos de infancia, recortes de diarios de diferentes países, documentos de prohibición de sus conciertos firmados por gobernadores civiles y fotografías de algunos de sus más recordados conciertos durante el franquismo. Para la ocasión se ha reeditado la biografía que sobre Raimon escribió Joan Fuster; y se ha editado un elaborado catálogo con textos de Fuster, Salvador Espriu, Néstor Luján, Manuel Vázquez Montalbán, Joan F. Mira y Manuel Vicent, entre otros.


Ocurrió en el año 1959. Cuenta Raimon, al que nunca le ha gustado unir sus canciones a la política, que no hay secretos, que es cierto que se inspiró para su composición en un viaje en moto que hizo "de paquete" con un amigo. "El viento me golpeó en la cara", recuerda como metáfora de la sensación de libertad que le provocó aquel viaje. El joven 'Pele', como así le llamaban los amigos, ya era un tipo despierto, inquieto, atrevido, devorador de poesía, que había tomado conciencia de que su lengua no era la misma que la del régimen; o más bien habría que decir que tomó conciencia de que era una lengua castigada por el régimen. Había bebido, además, de algunas de las fuentes del existencialismo contracultural que emergía en Europa, y había asumido que componer y cantar en catalán era una manera tan digna como otras de expresar su profundo disgusto con el tiempo que le tocó vivir. Todos estos elementos confluyeron en Raimon para crear, de la nada, 'Al vent'.

Pero en esas fechas Raimon aún no era Raimon - el nombre se lo sugirió Eliseu Climent -, ni 'Al vent' era aún la canción que años después corearían decenas de miles de jóvenes en España; en 'palaus' de música, en facultades, en estadios, siempre rodeados por los 'grises', dispuestos a contusionar a los estudiantes con sus porras. Y que saltaría las fronteras de la Península para erigirse en un canto a la libertad de estudiantes, de trabajadores, de intelectuales, de todo el mundo. Esa pieza capaz de provocar hipertensión a muchos gobernadores civiles del franquismo - en Madrid, en Barcelona y en Valencia -; que llevaría a los prohombres de la dictadura a relacionar esa canción y a Raimon con la mayor de las amenazas, lo que le llevaría a 'xafar' los calabozos, a sufrir interrogatorios y múltiples censuras a sus composiciones posteriores: 'Diguem no', otra de sus primeras y más duras canciones, es un claro ejemplo de pieza que fue censurada una y otra vez.

Habría que esperar hasta el año 1964 para que 'Al vent' fuera editada en un disco con otros tres temas. Pero, para cuando comenzó a distribuirse en vinilo, Raimon ya era toda una sensación en la nova cançó. "Els Setze Jutges cantaban un tipo de canción de ascendencia francesa, de melodía tenue... A la nova cançó el 'Pele' aportaba gritos, pasión rústica (más bien rural), brío, candor, vivacidad", añade Fuster en referencia a aquello que diferenciaba al nen de Xàtiva de los cantautores de 'Barcelona'. Su potente voz, que aún mantiene - "desde que dejé de fumar canto mejor", afirma -, sus letras, sus portentosas interpretaciones, encorvado sobre su guitarra, directo al público, ya habían conquistado Barcelona y Catalunya para, en poco tiempo, extender su popularidad en toda España, hasta convertirse en un referente, en un icono de la canción protesta, de la lucha contra el franquismo.

Han pasado cincuenta años, como ayer subrayaba Raimon en el acto de homenaje que le ha organizado la Universitat Politècnica de València. Medio siglo en el que algunas cosas han cambiado "pero otras no", apunta el cantautor. Se refiere al hecho de que "antes te censuraban; ahora se montan excusas para no dejarte cantar". Dirige su crítica principalmente a Valencia, una ciudad que sigue muy lejana al cantautor, casi se podría decir divorciada de Raimon. Sirvan estos ejemplos: la última vez que actuó en ella (en el teatro Principal) fue en el 2000; y sólo una vez ha aparecido en la televisión pública valenciana, Canal 9 (en el año 1992).

Raimon reflexiona sobre esta cuestión "con dolor": "Se ha privado a mucha gente de mi tierra de conocer el trabajo que he realizado durante muchos años; algunos creen que sólo he escrito 'Al vent'".¿La causa? Es obvia; Raimon nunca fue un artista cómodo para la derecha sociológica y política valenciana; y en especial para la virulenta derecha regionalista y secesionista que durante años alimentó el anticatalanismo. "Se lo debo todo a Barcelona, a Catalunya; porque allí sí que he podido desarrollar mi carrera musical", añade. Y se pregunta, en el caso valenciano, "cómo es posible que se organicen festivales de música flamenca, o conciertos de todos los estilos, que la Administración valenciana gaste lo que no puede en grandes eventos, y sean incapaces de organizar un ciclo de canción en valenciano o en catalán". "Nunca se ha hecho; y esto es muy triste", concluye.

Raimon sigue inquieto "por aquellos males que padece la humanidad durante siglos y a los que no hemos sido capaces de poner remedio". Y, al tiempo, no oculta cierto orgullo - "debería buscar un palo para golpear mi ego", subraya- por el hecho de que sea la Universitat, lugar de tantas batallas pasadas, la que le rinda ahora homenaje; o porque su 'Al vent' haya sido versionado por decenas de grupos musicales y cantantes; y porque su profesión y su prestigio le hayan llevado a actuar en varios países de Europa - en Francia ha cosechado grandes éxitos -, EE.UU. y Japón. ¿Qué herencia ha dejado 'Al vent'? Una cosa es cierta, de no haber sido por artistas como Raimon, y otros como Lluís Llach o Maria del Mar Bonet, cantar en catalán no sería hoy un hecho "normal". Pero la España de hoy no es la de hace cincuenta años; por lo que el sentido y el objetivo profesional de aquellos cantautores difícilmente puede repetirse ahora. Al fin y al cabo, como reconoce Raimon, aquella música y aquellas canciones combatían por una causa que se ganó: la democracia y las libertades. A pesar de eso, aún hoy escuchar 'Al vent' en la voz de Raimon, tanto tiempo después, sigue poniendo la carne de gallina.

lunes, 13 de abril de 2009

Helen Levitt, fotógrafa de las calles de Nueva York


Helen Levitt, fotógrafa de las calles de Nueva York

Retrataba a la gente humilde en sus rutinas diarias

DAVID ALANDETE 10/04/2009

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Helen Levitt ya no paseará su cámara Leica por Nueva York. Esta fotógrafa de fotógrafos, miembro de derecho de la realeza del objetivo, falleció el domingo 29 de marzo a los 95 años de edad. Poco conocida por el común de los mortales, pero adorada por muchos profesionales de su gremio, Levitt nació en Brooklyn en 1913, y en pocas ocasiones abandonó la ciudad de Nueva York. Cuando lo hizo, como en un viaje de trabajo a México en 1941, regresó con una serie de fotografías que bien podían haber sido tomadas en esos barrios de la Gran Manzana que tanto amaba.

No acabó la escuela secundaria y desde muy joven trabajó de aprendiza de un fotógrafo en el Bronx, practicando la técnica antes de lanzarse a probar sus propios encuadres. Fue el maestro Henry Cartier Bresson quien le cambió la vida: "Cuando vi fotos de Cartier Bresson comprendí que la fotografía podía ser arte... y eso me hizo ambiciosa", dijo en una ocasión.

El juego, una constante

Reacia a hablar de su vida, modesta por imposición propia, apartada de los focos del artificioso mundo del arte neoyorquino, Helen Levitt fotografió lo que ya no se puede fotografiar: niños jugando en las calles de Nueva York en los años treinta y cuarenta. Eran los hijos de otra gran crisis, la del crash de 1929, marginados que ignoraban su mala fortuna jugando. Con su habitual sequedad, dijo a la revista The New Yorker en 2001 que, a pesar de todo, a ella no le gustaban especialmente los niños. "La gente piensa que sí. Pero no... No más que el resto de las personas. Sólo sucedía que eran los niños los que estaban en la calle".

El juego es un tema constante en sus poderosas imágenes en blanco y negro, una forma de relación social cuando el consumismo norteamericano no lo había invadido todo. Los hogares todavía no se organizaban en torno a la televisión. "Aquello era antes de la televisión y el aire acondicionado", dijo Levitt en una entrevista con el diario The Chicago Tribune en 2003. "La gente se reunía en la calle. Si te quedabas el tiempo suficiente, se olvidaban de que estabas allí". Entonces llegaba el momento decisivo en el que ella capturaba la instantánea, siguiendo la filosofía de Cartier Bresson.

Los niños se disfrazaban con máscaras, conducían triciclos, trepaban por las paredes, reían y se divertían. Levitt tomaba su cámara y se adentraba en el Harlem hispano. "Era un estupendo vecindario para tomar fotos", dijo en una entrevista en la cadena pública de radio NPR en 2006. "Sucedían muchas cosas. La gente mayor se sentaba en las escaleras de sus casas para combatir el calor".

Tanto en sus instantáneas de Harlem como en las del Lower East Side, Levitt retrataba a los pobres, a los desfavorecidos que capeaban las desgracias con humor y disfrutando de la rutina diaria. Su fotografía, como la de Cartier Bresson, tiene conciencia social. Pero a su pesar. Son las fotografías las que hablan, no la fotógrafa: "Yo nunca quise decir nada en mis fotografías. La gente me pregunta que qué significan. Y yo no tengo respuestas válidas", dijo al Tribune en 2003. "Ves lo que hay".

Además de ser amiga de Cartier Bresson, lo fue de Walker Evans, el fotógrafo de la Gran Depresión. Ambos recorrieron Nueva York en metro en los años treinta. Compartían un laboratorio de revelado y él le enseñó a no dejarse llevar por el sentimentalismo tras el objetivo, a mantenerse al margen de lo que fotografiaba.

En los cuarenta colaboró con Luis Buñuel, a quien ayudó en sus cortos de propaganda pronorteamericana en la II Guerra Mundial. Entre 1949 y 1959 se dedicó al cine, para volver a la fotografía y experimentar con el color en los años sesenta. En la década de los noventa renunció al color porque no podía controlar las tonalidades tanto como le hubiera gustado. La dependencia de un laboratorio ajeno no la contentaba, así que sus últimos trabajos son, en cierto modo, un regreso a sus orígenes. Pero ya nada fue lo mismo: su ciática le impidió positivar sus fotos, la Leica se volvió demasiado pesada, los niños abandonaron la calle y Nueva York se convirtió en una megalópolis. El suyo será, para siempre, un testimonio privilegiado de un pasado que ya no regresará.

martes, 17 de marzo de 2009

Murakami advoca per la literatura com a evasió davant de la crisi


  1. El seu assaig autobiogràfic ‘De què parlo quan parlo de córrer’ apareixerà a l’octubre
  2. L’escriptor japonès amb més lectors publicarà una nova novel·la inspirada en George Orwell
Foto: JOAN CORTADELLAS" height="250" width="104">
Un recelós Haruki Murakami, ahir a Casa Àsia.
Foto: JOAN CORTADELLAS
ELENA HEVIA
BARCELONA
Confós amb el paisatge turístic, com un més a Barcelona, Haruki Murakami (Kyoto, 1949), l’escriptor japonès amb més seguidors dins i fora del seu país, ha visitat el museu Picasso, ha suat la cansalada al parc Güell i ha augmentat la seva discografia jazzística al mercat de Sant Antoni amb dos polsegosos vinils que buscava des de feia anys.
Després, les obligacions amb les seves editorials, Empúries i Tusquets, van obligar ahir aquest solitari esquiu a comparèixer de mala gana davant les càmeres dels fotògrafs i, amb molta més generositat, a parlar amb la premsa escrita de les seves addictives novel·les, quan acaba d’entregar l’última, 1Q84, al seu editor japonès, i l’octubre vinent publicarà en català i castellà el seu assaig De què parlo quan parlo de córrer.
L’experiència amb els periodistes –en la més tradicional cortesia oriental– va començar cerimoniosament amb una ofrena del seu editor català, Fèlix Riera: tres CD vinculats a la ciutat, Tete Montoliu, Onix i Sam Levitt. «Escriure és una activitat molt solitària –va explicar l’autor– i la música em fa companyia, però només puc escoltar-la quan no estic escrivint. ¿Per què té tanta importància en les meves novel·les? Senzillament perquè m’agrada molt, aquest és un fet del qual el lector se n’adona. Escriure una novel·la és oferir alguna cosa al món».
Les seves explicacions van donar compte de per què una part de la crítica japonesa el considera un descastat occidentalitzat. «El Japó és una societat molt tancada on no es deixa espai a l’individu i les meves novel·les expliquen precisament això. Ser independent, com ho he intentat ser, és una cosa molt complicada al meu país, ja que tothom pertany a un grup. De totes maneres, aquesta és una qüestió que està canviant al Japó i potser per això els joves s’interessen pels meus llibres. No em considero nacionalista però m’agradaria que aquesta situació canviés al meu ­país».

FÓRMULA SECRETA / També va intentar respondre a la pregunta del milió, a l’ ingredient secret de les seves novel·les i contes que fa que els lectors, independentment de les coordenades geogràfiques, connectin amb la seva escriptura clara i a la vegada obsessiva. «Penso que les bones històries poden trobar lectors en qualsevol país i en qualsevol idioma. Jo començo a escriure amb la incertesa i la curiositat de no saber què els passarà als meus personatges i espero que els meus lectors experimentin la mateixa sensació».
Murakami sembla haver descobert un antídot una mica escapista per a la crisi internacional, que el Japó ha patit amb intensitat i anticipació. «Em trasllado a les meves novel·les i m’oblido del món», diu, encantat d’haver-se deixat abduir per la literatura i convidant els lectors a fer el mateix. Per això un dels seus cineastes de capçalera és David Lynch. «Em vaig obsessionar amb Twin Peaks als 80 i gran part d’aquesta influència es deixa veure a la meva novel·la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. I ara m’adono que també hi ha alguna cosa lynchiana a After Dark, un experiment que vaig escriure com un guió de cine».
L’enigma que subjau en les seves novel·les, la seva capacitat hipnòtica, és una geografia en què potser es pot perdre l’escriptor, però mai ho farà la persona: «Em trasllado a aquest costat fosc, a aquest misteri, cada dia. Però vaig i torno, perquè per alguna cosa sóc un professional».

martes, 10 de febrero de 2009

Adaptar-se a la crisi serà dur

  1. Un 10% de la renda de la qual hem disfrutat ha estat fictícia, no l'hem guanyat realment
 Foto:  MIQUEL ZUERAS
Foto: MIQUEL ZUERAS
GUILLEM López-Casasnovas*
És més que evident ja que la crisi econòmica durarà i que els seus efectes es deixaran sentir en tots els ordres de la vida econòmica i social espanyola. D'allò que va començar sent l'entrada en un túnel amb llums i ombres, però en el qual ens podríem bellugar, donada la millor situació relativa del nostre sector financer --fins i tot sabent que l'economia real espanyola estava pitjor--, ha emergit la foscor més completa sense que s'hi entrevegi fàcilment la sortida. L'avantatge comparatiu financer s'està diluint amb la morositat, vist el dràstic deteriorament (pèrdua de llocs de treball, falta de projectes nous, absència d'impulsos al canvi de model econòmic) del nostre sector productiu.
Del balanç de la situació que està apareixent, per molts resulta clar que hem viscut, com a país, per damunt de les nostres possibilitats, finançats amb l'estalvi exterior i no amb el nostre, perquè no hem posat més atenció per millorar la nostra productivitat. No fa gaire temps, se'ns deia que l'estalvi fluïa cap al nostre país perquè Espanya tenia projectes empresarials solvents, i que el dèficit exterior (el saldo d'importar més i exportar menys) formava part de l'aritmètica de la balança de pagaments, en la qual les partides es compensen.

NO
OBSTANT,la crisi ens ha fet tornar a la realitat, la que més castiga. Ha fallat el suposat projecte-model econòmic productiu, i el capital se n'ha anat tan ràpidament com va arribar. Avui podem calcular que un 10% de la renda de què hem disfrutat ha estat fictícia, és a dir, que no l'hem guanyat realment. De manera que el retorn a la normalitat potser implicarà un descens en el nivell de vida i consum en una proporció similar. Tocarà, per tant, fer un esforç col.lectiu per redreçar el rumb, és a dir, per viure més d'acord amb les nostres possibilitats: aguantar el cotxe més anys, disfrutar de vacances menys glamuroses, viure més temps en una vivenda de lloguer fins que sigui possible comprar-ne una, etcètera. Un esforç de tots i per a tots.
L'antídot resultant és d'un encaix especialment complex per als treballadors, que fins fa poc --cosa que molta gent té al cap-- han vist suposats empresaris que s'han lucrat en gran manera de l'auge econòmic. I malgrat que no han estat els treballadors els més beneficiats pel boom, ara se'ls ha d'explicar que els sacrificis que se'ls proposen són necessaris. Ja se sap que sense economia productiva, sense feina, sense esforç, no hi ha sortida.
En aquest context, el comissari europeu Joaquín Almunia comentava no fa gaire que, a canvi d'aquests sacrificis que s'exigiran ineludiblement als treballadors (menys retribució real per hora efectiva treballada, per recuperar en part la competitivitat), caldria garantir que no es tocarà l'Estat de benestar. Aquest balanç suposaria que la baixada en renda monetària --menys salari-- es compensaria en certa manera, per als més necessitats --si s'aconsegueix mantenir una despesa social redistributiva--, amb la renda real, que inclou també com a ingrés en espè- cie les prestacions socials. A l'altre extrem se situen altres economistes, que creuen que és precisament el sector públic el que ha crescut com si Espanya fos un país un 10% més ric del que en realitat és. Arriben a la conclusió que aquesta és la part important del problema que cal resoldre, i no solament una variant a tenir en compte per a la seva solució. De manera que, per aquests economistes, la sortida de la crisi passaria per aprimar el nostre Estat de benestar, que, a part de ser insostenible financerament (no som Suècia), provoca incentius perversos per a l'esforç i la productivitat.
La realitat obliga a considerar com a possible que s'hagin d'atendre tots dos bàndols d'opinió, encara que selectivament. Això implicarà, per tant, sacrificis dels treballadors: per exemple, que no tinguin només en compte la inflació passada en les seves reivindicacions salarials, sinó també l'amenaça de la deflació.

EN
AQUESTAtessitura, ¿s'haurà d'apujar impostos? Potser sí sobre el consum, per aconseguir que no tot el dèficit que generarà el manteniment de les prerrogatives meritades pel nostre Estat de benestar es carregui, incrementant el deute, sobre les generacions futures, que són les que l'acabarien pagant. En temps de crisi farà falta també una reconsideració de la despesa social en aquells àmbits en què es pugui: en pensions, comptabilitzant el període complet de cotització per determinar la pensió (cosa que equival a una reducció de la pensió mitjana futura). També s'haurà de revisar la tendència a la gratuïtat d'algunes prestacions sanitàries i les que inclou la llei de dependència. En els casos considerats com de gran dependència s'ha de mantenir l'ajuda, perquè ja s'ha meritat el dret d'accés. Però en el cas de la dependència moderada o lleu, la previsió que sigui costejada plenament per fons públics potser hau- rà de ser posposada uns quants anys.
M'agradaria fer una última reflexió sobre els tancaments d'empreses, que en molts casos són dolorosos també per als empresaris. Després del cessament de l'activitat, s'haurà d'exercir una vigilància extrema sobre els incompliments impositius i, en determinats casos, rastrejar els beneficis fiscals extranacionals. Seria inacceptable que continuéssim rient- los les gràcies als que contribueixen amb tan poca solidaritat a les càrregues comunes que la nova situació imposa, refugiant en paradisos fiscals els excedents del boom que hem viscut, i les conseqüències dels quals ara hem de sufragar entre tots.

*Catedràtic d'Economia de la UPF

lunes, 9 de febrero de 2009

LONDRES EXHIBEIX ELS RETRATS QUE LAWRENCE SCHILLER VA FER DES DELS ANYS 50

El fotògraf del Hollywood daurat mostra la seva obra

Marilyn Monroe a 'Something's got to give' (1962).  Foto:  LAWRENCE SCHILLER
Marilyn Monroe a 'Something's got to give' (1962). Foto: LAWRENCE SCHILLER
 Clint Eastwood, de vaquer a Per un grapat de dòlars. Foto:  LAWRENCE SCHILLER
Clint Eastwood, de vaquer a Per un grapat de dòlars. Foto: LAWRENCE SCHILLER
Paul Newman i Joanne Woodward el 1967. Foto:  LAWRENCE SCHILLER
Paul Newman i Joanne Woodward el 1967. Foto: LAWRENCE SCHILLER
CRISTINA MERINO
BARCELONA
Va aprendre a fer punt amb Joanne Woodward i a apostar a les carreres amb Jack Lemmon i Walther Matthau. Es va asseure al porxo de la casa de Bette Davis discutint els seus problemes matrimonials i va beure Dom Pérignon al Ford Thunderbird de Marilyn Monroe mentre ella censurava algunes de les seves fotografies. Lawrence Schiller, fotoperiodista i, amb els anys, director de telefilms, es va fer amb totes i cadascuna de les estrelles de l'època daurada de Hollywood i va arribar a retratar-les dins i fora dels rodatges amb una intimitat que pocs han aconseguit. El treball del nord-americà s'exposa fins divendres a la joieria Asprey de Londres.
Schiller, que també va fotografiar moments clau de la història dels EUA com la detenció de l'assassí de John F. Kennedy i les llàgrimes de la senyora Nixon quan el seu marit va perdre les eleccions, seguia sempre la màxima que li va ensenyar l'editor fotogràfic de la revista Time: "Com a molt et donaré quatre pàgines... però millor que ho expliquis en una sola foto". Així que quan fotografia Paul Newman i Joanne Woodward el 1967 narra la història d'un matrimoni on "ell és l'home amb qui totes les dones del món voldrien anar al llit i després hi és ella, de qui ell està bojament enamorat".
I quan el seu objectiu apunta a Marilyn Monroe al plató del rodatge de Something's got to give, l'última i inacabada pel.lícula en què va participar l'actriu uns quants mesos abans de morir (1962), Schiller retrata la profunda inseguretat d'una dona que vessa atractiu i sensualitat i que, deprimida com està, no troba la manera de complir amb el director George Cukor i mesurar el seu talent amb Elizabeth Taylor, que aleshores estava rodant Cleopatra i que era la seva gran rival.

ICONES DELS ANYS 60
Amb 72 anys, i més de 50 de treballs, Schiller reconeix que la seva col.lecció d'instan- tànies, en què figuren des de Robert Kennedy fins a Barbra Streisand, passant per Tippi Hedren, Alfred Hitchcock, Dennis Hopper i els Jackson Five, són una finestra oberta a una època en la qual la gent tenia una perspectiva més positiva de la vida.

martes, 27 de enero de 2009

Emma Darwin (1808-1896)

A la dona de Darwin l'angoixava pensar que potser el seu marit no compartiria amb ella la vida eterna

  1. Diversos llibres escruten la relació conjugal del genial científic
 Foto:  EL PERIÓDICO
Foto: EL PERIÓDICO
Emma Darwin.
Emma Darwin.
Dietari d'Emma A baix, la pàgina en què figura l'anotació de l'hora de la mort de Charles Darwin. Foto: EL PERIÓDICO" width="200" height="154">
Dietari d'Emma A baix, la pàgina en què figura l'anotació de l'hora de la mort de Charles Darwin. Foto: EL PERIÓDICO
RAFAEL TAPOUNET
BARCELONA
Com moltes altres dones de la seva mateixa època i condició social, Emma Darwin (1808-1896), casada amb el totèmic naturalista que va concebre la teoria de l'evolució, tenia uns petits dietaris de butxaca en què consignava, mitjançant notes breus, diverses incidències de la seva vida quotidiana, des de les visites de parents i coneguts fins a les medicines que havia d'administrar als membres de la família que queien malalts (cosa que, en el cas del seu il.lustre marit, passava amb llastimosa freqüència). També les obres de caritat, les sortides al teatre i les visites al dentista. Emma va estrenar el seu primer diari el 1824, quan tenia 16 anys i encara duia el cognom de Wedgwood, i no va deixar de referir-hi les seves peripècies fins pràcticament el final dels seus dies. En la pàgina corresponent al dia 19 d'abril de 1882 es va limitar a escriure-hi una xifra: "3 1/2". Dos quarts de quatre. L'hora en què va morir Charles Robert Darwin.
L'anotació és mínima, però revela alguns dels trets de la personalitat d'Emma --la pulcritud, la sobrietat, la precisió-- que van portar l'escrupolós Darwin a triar-la com a companya. Va ser una elecció científica en el sentit ampli de la paraula; abans de prendre la decisió de casar-s'hi, el naturalista va redactar un text en què exposava els avantatges i els inconvenients del vincle matrimonial. Entre els pros hi va incloure un argument peculiar: una dona, va escriure, "és, en qualsevol cas, millor que un gos". N'hi podia haver afegit un altre: Emma Wedgwood era la seva cosina germana i si es casava amb ella tindria un parent menys al qual hagués de visitar. L'obligació de visitar els familiars era una circumstància que el disgustava profundament.
La commemoració el 2009 dels 200 anys transcorreguts des del naixement de Darwin i dels 150 de la publicació de L'origen de les espècies està servint per il.luminar fins a l'últim racó de la vida del pare de la teoria de l'evolució, incloent-hi, és clar, l'àmbit domèstic. L'escrutini ha arribat de ple també a la que va ser la seva dona. Nascuda en el si d'una família acomodada i liberal, Emma Wedgwood es va casar amb el seu cosí el 1839, quan ella ja tenia 30 anys, una edat avançada per a l'època, i tot i així va tenir temps de donar-li 10 fills, dels quals en van sobreviure set.
Des de fa temps, els dietaris de la senyora Darwin (una seixantena) es poden consultar a internet gràcies al monumental projecte Darwin Online, ja que la seva pàgina web (darwin-online.org.uk/) conté totes les publicacions del científic i més de 20.000 documents privats, així com nombrosos articles i una extensa bibliografia.
Entre l'ingent material inclòs hi figura el receptari de cuina d'Emma, del qual s'han servit les escriptores Dusha Bateson i Weslie Janeway per publicar Mrs Charles Darwin's recipe book, un llibre que acaba d'aparèixer al Regne Unit i que presenta alguns dels plats preferits del naturalista, com els xampinyons a la graella i la pasta fullada de formatge. No recull, però, els animals estranys que, portat per la seva curiositat extrema, Darwin va menjar al llarg de la seva vida (falcons, pumes, armadillos, mussols i iguanes, entre altres espècies).
De naturalesa ben diferent és una altra novetat recent, Charles and Emma. The Darwin's leap of faith, un llibre de Deborah Heiligman destinat als lectors joves que explora diversos aspectes de la vida del matrimoni i que se centra en un episodi d'una importància particular: el conflicte que la ferma ortodòxia cristiana de la seva dona va suposar per al científic a l'hora de plantejar una explicació del món en què Déu deixava de ser necessari.

Una carta commovedora
Aquesta discrepància religiosa no va ser suficient per obrir una bretxa en la parella. Heiligman coincideix amb altres autors que han estudiat la qüestió al destacar el tacte i la discreció amb què Emma va exposar sempre els seus temors, malgrat que la turmentava la idea que, a l'allunyar-se de la fe religiosa, el seu marit es condemnés i no poguessin compartir l'eternitat. Així l'hi va fer saber en una cèlebre carta que li va enviar poc després de contraure matrimoni: "Seria molt dissortada si pensés que no ens pertanyem l'un a l'altre per sempre". La missiva va commoure profundament Darwin --"quan mori, sapigueu que he besat aquesta carta i he plorat per la seva causa moltes vegades", va escriure al peu de la nota--, però no el va fer renunciar a exposar les seves revolucionàries troballes. Això sí, en endavant va expressar la seva posició respecte a la religió amb una calculada ambigüitat.
La personalitat de la senyora Darwin va ser l'eix d'una conferència que la presidenta de la Secció Catalana de Comunicació Científica, Mercè Piqueras, va pronunciar dimecres a la Sala Pi i Sunyer de l'Institut d'Estudis Catalans (IEC). En el curs de la dissertació, Piqueras va proposar que les receptes incloses en el llibre de cuina d'Emma s'utilitzessin per preparar un banquet que recreés els àpats a casa del naturalista. "Seria --va dir-- una bona manera de celebrar l'Any Darwin". D'entre el públic va sorgir una veu de dona: "Bé, però, ¡ni se us acudeixi posar sopa de tortuga al menú!"

domingo, 11 de enero de 2009

El tesoro escondido de Finca Vigía


La apertura de los archivos de su villa cubana revela a un Hemingway popular y perfeccionista

MAURICIO VICENT - San Francisco de Paula - 10/01/2009

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En 1957 el periodista Milt Machlin llegó al poblado de San Francisco de Paula y se coló en Finca Vigía sin pedir permiso. Traía un encargo de la revista Argosy, y no hizo ruido al recorrer los cien metros que separan la carretera de la casa que fue el hogar de Ernest Hemingway en La Habana durante 21 años. Tocó a la puerta. Dentro se escuchó "un doloroso bramido: '¿Qué demonios quiere?'". Machlin le explicó que buscaba una entrevista. "¿Para qué demonios piensa que me he venido a vivir aquí?", preguntó Papa. Y sin más dilación respondió a su propia pregunta- ¡Para alejarme de mal nacidos como usted".

La noticia en otros webs

Tres años antes, Papa Hemingway había recibido en Finca Vigía la noticia de que el Premio Nobel de Literatura de 1954 era suyo. Según Gabriel García Márquez, "La Habana, en general, y Finca Vigía en particular, fueron la única residencia de veras estable que tuvo Hemingway en su vida. Allí pasó casi la mitad de sus años útiles de escritor, y escribió sus obras mayores"; a saber, "parte de Por quién doblan las campanas, A través del río entre los árboles, El viejo y el mar, París era una fiesta e Islas en el Golfo".

En el prólogo de Hemingway en Cuba, del escritor Norberto Fuentes, Gabriel García Márquez cita palabras del propio novelista norteamericano para explicar porqué se mudó a Finca Vigía en 1940: "Uno vive en esta isla porque para ir a la ciudad no hace falta más que ponerse los zapatos, porque se puede tapar con papel el timbre del teléfono para evitar cualquier llamada, y porque en el fresco de la mañana se trabaja mejor y con más comodidad que en cualquier otro sitio. Pero esto es un secreto profesional".

García Márquez anotó: "No necesitaba advertirlo, pues ya casi nadie ignora que el lugar donde se escribe es uno de los misterios insolubles de la creación literaria".

Finca Vigía fue el lugar mágico que Hemingway descubrió para escribir y su guarida cerca de la corriente del Golfo, "el Gran Río Azul", a 45 minutos de su casa, donde encontró "la mejor y más abundante pesca" que había visto en su vida. Tras su suicidio en Idaho, en abril de 1961, su cuarta esposa, Mary Welsh, viajó a Cuba para recoger los manuscritos y cosas de valor, entre ellos los cuadros de Miró y Juan Gris. Mary quemó las cartas y documentos personales que Hemingway había dispuesto en su testamento y donó al Gobierno cubano la casona con la mayoría de sus pertenencias.

Desde entonces aquí ha funcionado el Museo Finca Vigía, que atesora más de 9.000 libros, revistas y folletos -2.000 de ellos subrayados o con notas al margen del escritor-, además de objetos personales como su máquina de escribir Underwood, los trofeos de caza, el cuño de I never write letters (Yo nunca escribo cartas), encima del escritorio de su secretaria, o el disco de Glenn Miller que dejó en el gramófono...

Restauración

Sin embargo, hasta el lunes pasado, miles de documentos personales durmieron en los archivos de esta villa campestre situada a 15 kilómetros del centro de La Habana. "Algunos aparecieron en el libro de Fuentes, pero la mayoría son desconocidos", asegura Ada Rosa Alfonso, directora del museo y una de las responsables de la conservación y digitalización de los 3.194 documentos restaurados hasta el momento, que expertos e investigadores ya pueden consultar.

Hay verdaderas joyas. EL PAIS pudo acceder a ellas, en su mayoría cartas, postales, telegramas, fotografías y manuscritos de Hemingway. La correspondencia que recibía era cuantiosa y muy curiosa. En mayo de 1956, le escribe un admirador desde Calella, en Cataluña: "Siento no poder leer Por quién doblan las campanas , otra de sus obras maestras (...), por no estar autorizada su venta en España".

Las solicitudes eran de todo tipo: en 1943, la Unión de Escritores Soviéticos le pide que envíe copia de sus discursos antifascistas para colaborar con la lucha contra el "vandalismo nazi"; un amigo le ruega desde México sus gestión para que pueda entrar a Estados Unidos un jugador español de jai alai, vetado por supuestos vínculos con la falange; otro veterano de la guerra civil española -le escribían muchos- le explica que su situación personal es grave y le pide que le ayuda.

Las cartas cruzadas con la joven condesa italiana Adriana Ivancich, 30 años menor que él, también son jugosas. "Papa, mi amor: gracias por tu regalo (...) eres siempre tan, tan; bueno, tu sabes. Estoy contenta de que te gustará mi sueño; me impresionó mucho. Esperemos que la vida se convierta en un sueño por una vez", le escribe el 22 de enero de 1952, y se despide: "Un abrazo profundo como el mar".

"Para los investigadores, los documentos que ahora pueden consultar pueden arrojar luz sobre cosas que se creía que eran de un modo y a lo mejor eran de otro, y servir para comprender mejor el legado de Hemingway", asegura Alfonso.

Entre los tesoros digitalizados, además de las cartas, están: un guión de El viejo y el mar, sobre el que Hemingway hizo sus críticas a algunas escenas y corrigió o amplió diálogos; el epílogo manuscrito de Por quién doblan las campanas, que difiere del que se publico; y los códigos para descifrar los mensajes en clave que enviaba desde el yate Pilar en la operación de persecución de submarinos nazis durante la II Guerra Mundial.

Pronto otros mil documentos se agregarán a las 3.200 páginas y 3.000 fotografías ya digitalizadas en colaboración con el Consejo de las Ciencias Sociales de Estados Unidos -y que a partir del mes próximo podrán consultarse en la biblioteca Kennedy de Boston-. Pero otras maravillas aguardan para preservarse por un escaner de alta tecnología para libros raros y valiosos. Por ejemplo -e impresiona verlos- están el pasaporte que Hemingway utilizó durante la guerra civil española, con todos los cuños de entrada y salida, antes de la debacle. Y el cuaderno de bitácora escrito a lápiz por Papa durante la última travesía que hizo junto a su patrón Gregorio en el yate Pilar. Allí esta registrado el peso y tamaño del último pez espada que capturó antes de morir. Y el último temporal a que se enfrentó en el Gran Río Azul.